Quetren Quetren, Queavión Queavión (por Eduardo Campos)

Ayer miércoles debí viajar a Buenos Aires por una boludez que no viene al caso.
Como tenía que estar muy poco tiempo aproveché y me volví en tren.
El ferrocarril es algo que me toca de cerca porque, gracias a él, pude estudiar a principios de los 80 y tenía ganas de volver, después de más de 25 años, a vivir la experiencia de viajar en tren.
En esos años pude ver, además, la gran cantidad de gente que dependía en lo laboral del FFCC, desde los que llevaban escobas a toda la región (San Pedro tenía una industria escobera muy importante) hasta quienes trabajaban en muchas empresas de ciudades vecinas, viajantes y comisionistas.
En los 90 llegan los negociados al poder, de la mano de Carlos Menem, y las empresas públicas pasan a poder de los amigos.
La posibilidad de tener el archivo de un medio de comunicación me permite observar cuál era el contexto en el que se daban las privatizaciones por la época.
Funcionarios públicos y gente del común repetía ante los micrófonos, como loros, la misma muletilla que Neustadt & Cia les enseñaba semanalmente en “Tiempo Nuevo”: “Tenemos que sacarnos de encima ese cáncer que nos cuesta 2 millones de dólares diarios” y “Esto es porque la gente no paga el boleto” y “con la privatización tendremos mejores trenes y mejor servicio”.
Por supuesto que había quienes señalaban que nada bueno venía tras esto, pero era un mínimo porcentaje.
La cuestión es que volví a viajar y, por supuesto que hallé diferencias. Antes los rápidos tardaban 2:10 horas. Hoy tardan 3:45 horas. Como se puede ver una diferencia notable. También se pueden observar estaciones abandonadas y ocupadas por indigentes, talleres ferroviarios derruidos (en Campana y San Martín, por ejemplo) y otras bellezas. En lo que sí se observa un avance es que los coches están climatizados por lo que las ventanillas no se abren.
Antes y ante una emergencia tipo incendio, la gente escapaba rápidamente por las ventanillas. Hoy eso es imposible. Si un siniestro afecta una salida solo quedará una estrecha puerta para evacuar el vagón.
Lo mismo que ocurre con los micros, se incendian y muere un lote adentro porque no pueden evacuar con rapidez. Y si pueden romper el vidrio con el martillito eso, a la vez, provoca el ingreso de aire y el aceleramiento de la combustión de los materiales. (Un micro actual se quema totalmente en minutos)
Pero no todo es malo, las ventanillas selladas impiden el ingreso de los panaderos que flotaban dentro de los vagones hasta que salían despedidos al acercarse a otra ventanilla.
Así que lo de “mejor servicio” no corre en absoluto.
Pero lo que más me llama la atención son los misterios que se generan a partir de los 90 y la privatización del tren.
Lo que nos costaba dos millones de dólares diarios nos sigue costando lo mismo…. ¡Pero sin trenes! (16 servicios diarios de locales y 3 rápidos en los 80 contra 1 en la actualidad)
¿Pero los concesionarios ganan? ¿Y entonces?
Ex ferroviarios me contaban lo siguiente: En 1990, previo a las privatizaciones del menemato, en las todas las estaciones había una gran cantidad de rieles nuevos y durmientes también nuevos. Eso lo pude ver y lo tengo registrado en video.
Era material que iba a ser utilizado por el Estado para reemplazar todo el ramal del “Mitre”, entre Buenos Aires y Rosario, que ya contaba con más de 50 años de antigüedad.
Pasada la privatización todo ese material (nuestro, por si hay alguna duda) desapareció. Fue vendido en su totalidad. Los flamantes rieles, se dice, fundidos en acerías cercanas. Los tipos lo hicieron porque sabían que los trenes no iban a andar más por acá. Solo habría servicios en Buenos Aires, el gran Bs. As. y en los ramales más rentables.
Vale decir que el tan mentado déficit que tenía el Estado era porque se debía balancear los ramales rentables y los que no lo eran. ¿Y dónde se van los dos millones de dólares hoy, entonces?
Que los trenes tarden hoy lo que tardan, tiene explicación: El material, máquinas y vagones son los mismos por un lado y el estado calamitoso de las vías por el otro.
Pero lo más alarmante que me señalaban los ex ferroviarios es que ya han pasado dos décadas de concesión y solo restan poco más de diez años.
¿Qué quiere decir esto? Que no va a haber renovación de vías. Van a tirar como está hasta el fin de la concesión.
¿Y por qué? Porque cambiar vías es lo más caro que tiene un ferrocarril.
¿Y entonces? Las vías las va a renovar el Estado cuando los trenes vuelvan a él y, hecho esto, volverán a ver como se hacen con los trenes de nuevo.
¿Qué esto es algo aventurado? Miren, hay algo que me llama poderosamente la atención. Moyano habló hace poco de la necesidad de recuperar los FFCC para los argentinos. Esto es curioso porque los trenes son un claro competidor en el rubro que maneja el gremialista fuerte del poder. Encima él, o su gremio, tiene parte en un ramal ferroviario. Cuando Néstor Kirchner asumió, una de las banderas que más agitaba era la recuperación de los trenes. En algún momento alcanzó a reabrir unos talleres en el norte, hoy cerrados nuevamente.
Siempre se dijo que la alianza con el hombre fuerte de los camioneros era lo que decidió a Kirchner dejar el tema de los FFCC en stand by.
Pero después de no haberle dado pelota durante dos períodos hoy vuelven a la carga con la reestatización ¡y con Moyano de abanderado!
¿No estarán preparando a la gente para que se entusiasmen con la recuperación y, después de invertir un fangote de guita, el próximo gobierno (sea quien sea) lo privatice nuevamente?
¿Por qué hago toda esta elucubración? Porque ya se está perfilando algo, más o menos así, con otro servicio público del que se ha hablado mucho: “Aerolíneas Argentinas”.
Lo que se hizo con esta empresa fue criminal. Sana, con superávit, puntual, modelo de empresa para el mundo, le fue entregada a unos tipos que no pusieron un mango de su bolsillo. Vendieron la mitad de la flota de aviones y con eso le pagaron al Estado por la empresa. Así la podríamos haber comprado usted y yo.
Después se llevaron los aviones modernos a Iberia cambiándolos por los viejos que tenía la línea de bandera española. Uno de esos es el que cayó en Fray Bentos.
Luego vino la disminución en los servicios hasta que fue imposible cumplir los vuelos. Eso, por supuesto, en las rutas rentables. Esos servicios los tomaba Iberia y Aerolíneas Argentinas se quedaba con los que no daban ganancias y con los pocos aviones que le quedaban.
Así hasta el vaciamiento total de la empresa.
Bueno, lo que se hizo con Aerolíneas indignó hasta la gente que creía en la privatización como elemento útil para mejorar un servicio. (Aclaremos, esto no fue una privatización, fue simplemente un robo del patrimonio nacional por lo que habría que juzgar del primero hasta el último de los implicados)
Fruto de esa indignación de la sociedad la empresa fue recuperada.
En este último año se la dotó de una flota de aviones de primer nivel con los que está recuperando capital, operatividad y prestigio y lo mismo se está haciendo con Austral.
Bueno ¿Cuál es la noticia de estas horas? Los gremios aeronáuticos están alborotados porque partidos de la oposición han señalado que, si ganan, vuelven a privatizar Aerolíneas Argentinas.Sigamos con atención este tema porque lo que pase con ella es lo que puede llegar a suceder con los FFCC y otras más, cuando venzan las concesiones.

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